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La corrosión de acero embebido es quizá la forma de deterioro de concreto más significante. La corrosión del acero en concreto es un proceso electroquímico. En concreto sano, la alcalinidad del concreto combinada con su baja permeabilidad a corrosivos tales como el agua y el oxígeno, permite que el acero este en estado pasivo. Si la pasividad es destruida el acero puede corroerse con resultados catastróficos. El problema primario con la corrosión del acero embebido, es que los productos de corrosión del acero ocupan un volumen mucho mayor que el acero que los produce. La expansión y esfuerzos de tensión resultante causan fisuramiento y desprendimiento del concreto. Esto resulta en una fácil penetración de corrosivos al acero, con el daño ocurriendo a mayor velocidad.

Los cloruros existentes en la mezcla inicial del concreto, o aquellos que entran al concreto del medio ambiente, son muy efectivos en destruir la alcalinidad del concreto y la pasividad del acero embebido. La corrosión del acero en autopistas y puentes debido a la aplicación de sales anticongelantes ha contribuido significantemente a pérdidas por $300 billones de dólares en los Estados Unidos. La corrosión de acero embebido por sales anticongelantes en algunas estructuras tales como estacionamientos ha resultado en colapso estructural. Cualquier factor que reduce la alcalinidad del concreto, por ejemplo la reacción con ácidos o el bióxido de carbono atmosférico, puede permitir corrosión al acero embebido. Cualquier factor que cause fisuramiento del concreto puede también permitir que agentes corrosivos alcancen el acero embebido más rápidamente y destruir su pasividad. La corrosión del acero embebido puede ser controlada mediante protección catódica en muchos casos.